El Comienzo de año no fue fácil para mi hijo.
Justo el día 1 queríamos jugar RUMMY Q y con sorpresa descubrimos que las fichas en su mayoría no existían. Como estamos en la etapa de enseñar responsabilidad por sus actos, decidimos que de su mesada tendría que salir el nuevo juego. Lloro desconsolado y contaba su mesada con tristeza, recordando los raspados, las manillas artesanales, las monitas del mundial y las uñas de guitarra elaboradas por sus manos vendidas para tener ingresos adicionales. De nada sirvió su locuaz defensa de “eso le pasa a un niño”. Tendría que pagar con su dinero el juego nuevo.
Lo acompañe con el corazón arrugado al almacén y con sorpresa descubrió que el juego no costaba lo que pensábamos, es decir sus ahorros no se irían todos en el castigo.
Hasta ahí todo normal. Lo asombroso sucedió después. Aliviado por la deuda pagada, la olvidó, la dejo atrás para siempre y lo único en lo que pensaba era en como recuperar los $46.000 perdidos.
Tres horas después encontró la respuesta. El 31 en casa de unos amigos, una de las niñas le enseño su juego de navidad en el cual se podía tatuar con plantillas y marcadores. Emanuel recordó lo aprendido. Calcó unas figuras y minutos después iba de apartamento en apartamento ofreciendo el nuevo servicio. Si eran niños, les ofrecía águilas, carros, carabelas, barcos. Si eran niñas, mariposas, corazones, flores a $500. Ese día recuperó $3000 de los $46.000 gastados.
Mi hijo con sus escasos 9 años me dio una lección de vida que comparto con ustedes: Me enseño que los reveses de la vida pasan, duelen, golpean, pero hay que levantarse, sacudir la ropa y pensar en como recuperarse.
El año puede empezar mal para alguno de nosotros. Tener un revés imprevisto. Lo maravilloso es encontrar dentro de nuestra cabeza, escondida en el rincón de la creatividad, las originales alternativas para recuperar lo perdido.
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