domingo, 19 de julio de 2015

MALABARISTAS DE LA VIDA

“Mi mama es mas bonita que la tuya pues la tuya no lo es…..” Así comenzaba un exitoso dialogo interpretado a finales de los 70 por dos pequeñas actrices del  Colegio Americano, quienes actuaron a todos los públicos, a raíz del éxito inicial de la presentación. Curiosamente, solo recuerdo 3 cosas de ese acto, antesala de la maravillosa amistad de aun nos une: la frase inicial del mismo,  las fotos que aún conservo de ese día y  que durante toda la presentación una de nosotras hablaba de las cosas hermosas que le OBSEQUIABA su mamá rica y la otra hablaba de todas las cosas que HACIA su mamá pobre.
Las celebraciones del Día de la Madre marcaron mi vida. Me permitieron actuar y  cantar en el coro del colegio canciones con letras que no entendía pero que lograban que las mamás sonrieran con ternura mientras se secaban las lágrimas e intentaban arreglarse el maquillaje. Fueron la excusa perfecta para montar presentaciones con mis vecinas de cuadra, que incluían comida, flores, cantos, drama, las
mismas lágrimas y maquillaje corrido.
Tuve que ser madre para entender lo que hace una madre por un hijo. Las noches en vela sin asomo de cansancio y turnos dobles de guardia mientras esta enfermo; las arrugas en el alma cuando es herido en su pequeña y frágil dignidad; los instintos asesinos tipo National Geographics cuando lo malo acecha y se deben sacar las uñas y mostrar los dientes; la fortaleza de un corazón que escucha frases que pueden herirlo de muerte pero que milagrosamente se regenera, olvida y sigue; las palabras sabias que pensaste que no tenías pero que de repente te escuchas diciendo a tu hijo cuando te pide consuelo; Inclusive ahora, entiendo la famosa frase “Me agotaste la paciencia” que antes carecía de sentido en mi vida.
Existen cosas que aun no entiendo del rol de madre y que honestamente prefiero nunca tener que saber. Una de ellas es como ser madre sin ayuda. No tengo idea de cómo serlo, estoy casada, felizmente desde hace tiempo. Pero Dios, en su infinita sabiduría, me ha permitido ver a través de una ventana de tiempo (mientras llega mi esposo de viaje) como sería mi vida si fuera madre sin nadie de mi misma altura (o mas alto) a mi lado.
Me duele la espalda y el dolor es casi, casi igual al que sentí durante los dos primeros años de vida de mi hijo. El dolor, me decían, desaparecería cuando mi espalda se acostumbrara al peso de su cuerpecito. Efectivamente a los 2 años y medio el dolor se fue, aun cuando continuo cargándolo de vez en cuando. He descubierto que este dolor es del peso. Pero es un peso diferente. Es del peso de todas las angustias de ser madre asumidas al 100% por una sola persona. El peso de levantarse de primero y acostarse de último y no tener concesión ningún día de la semana. De consentirnos a costa de un ratito menos de sueño. De compartir sola con la almohada y algunas amigas valientes las angustias del día a día de nuestra vida y de nuestro hijo. De hacer mercado sola, pagar las cuentas sola, cambiar las llantas sola, descubrir sola y con ayuda de un mecánico como funciona el carro para que no nos falle jamás y también repararlo cuando, finalmente, nos falla. El peso de multiplicarse por 2 y tratar de no cambiar en nada esos detalles y rutinas de la vida que nos dan seguridad. De revisar tareas, hacer tareas. De tratar con manos de seda y angustia permanente a la empleada domestica evitando cualquier roce fatal para la estabilidad casera. De disponer de la comida y pensar en todos los menú diarios para no tener que comer siempre lo mismo. De pelear sola con el armario del hijo que insiste en vestirse como si toda la ropa COOL fuera rota y andrajosa. De hacer el desayuno el día de la madre y regalarse sus propios regalos.
Asumo el dolor hoy con dignidad, con la esperanza de que se me quite el día que mi esposo vuelva de viaje. Sobre todo, lo asumo hoy con enorme alegría, lo asumo orgullosa de mis valientes amigas madres que crían solas a sus hijos, y que son Malabaristas de la Vida:

Tienen entre manos tantas cosas importantes, ninguna se les cae, y siempre están con la sonrisa a flor de piel. A Todas ellas mis respetos,  y a todas ellas UN FELIZ, FELIZ DIA DE LA MADRE.!!!!


Soy Pamela Cruz y escribo hoy Día de la Madre. Disfrutando en cama de un delicioso desayuno de crispis con leche con mi adorado hijo. 10-05 2009

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