“Mi mama es mas bonita que la
tuya pues la tuya no lo es…..” Así comenzaba un exitoso dialogo interpretado a
finales de los 70 por dos pequeñas actrices del
Colegio Americano, quienes actuaron a todos los públicos, a raíz del
éxito inicial de la presentación. Curiosamente, solo recuerdo 3 cosas de ese
acto, antesala de la maravillosa amistad de aun nos une: la frase inicial del mismo,
las fotos que aún conservo de ese día
y que durante toda la presentación una de
nosotras hablaba de las cosas hermosas que le OBSEQUIABA su mamá rica y la otra
hablaba de todas las cosas que HACIA su mamá pobre.
Las celebraciones del Día de la
Madre marcaron mi vida. Me permitieron actuar y
cantar en el coro del colegio canciones con letras que no entendía pero
que lograban que las mamás sonrieran con ternura mientras se secaban las
lágrimas e intentaban arreglarse el maquillaje. Fueron la excusa perfecta para montar
presentaciones con mis vecinas de cuadra, que incluían comida, flores, cantos,
drama, las
mismas lágrimas y maquillaje corrido.
Tuve que ser madre para entender
lo que hace una madre por un hijo. Las noches en vela sin asomo de cansancio y
turnos dobles de guardia mientras esta enfermo; las arrugas en el alma cuando
es herido en su pequeña y frágil dignidad; los instintos asesinos tipo National
Geographics cuando lo malo acecha y se deben sacar las uñas y mostrar los
dientes; la fortaleza de un corazón que escucha frases que pueden herirlo de
muerte pero que milagrosamente se regenera, olvida y sigue; las palabras sabias
que pensaste que no tenías pero que de repente te escuchas diciendo a tu hijo
cuando te pide consuelo; Inclusive ahora, entiendo la famosa frase “Me agotaste
la paciencia” que antes carecía de sentido en mi vida.
Existen cosas que aun no entiendo
del rol de madre y que honestamente prefiero nunca tener que saber. Una de
ellas es como ser madre sin ayuda. No tengo idea de cómo serlo, estoy casada,
felizmente desde hace tiempo. Pero Dios, en su infinita sabiduría, me ha
permitido ver a través de una ventana de tiempo (mientras llega mi esposo de
viaje) como sería mi vida si fuera madre sin nadie de mi misma altura (o mas
alto) a mi lado.
Me duele la espalda y el dolor es
casi, casi igual al que sentí durante los dos primeros años de vida de mi hijo.
El dolor, me decían, desaparecería cuando mi espalda se acostumbrara al peso de
su cuerpecito. Efectivamente a los 2 años y medio el dolor se fue, aun cuando
continuo cargándolo de vez en cuando. He descubierto que este dolor es del peso.
Pero es un peso diferente. Es del peso de todas las angustias de ser madre
asumidas al 100% por una sola persona. El peso de levantarse de primero y
acostarse de último y no tener concesión ningún día de la semana. De
consentirnos a costa de un ratito menos de sueño. De compartir sola con la
almohada y algunas amigas valientes las angustias del día a día de nuestra vida
y de nuestro hijo. De hacer mercado sola, pagar las cuentas sola, cambiar las
llantas sola, descubrir sola y con ayuda de un mecánico como funciona el carro
para que no nos falle jamás y también repararlo cuando, finalmente, nos falla.
El peso de multiplicarse por 2 y tratar de no cambiar en nada esos detalles y rutinas
de la vida que nos dan seguridad. De revisar tareas, hacer tareas. De tratar
con manos de seda y angustia permanente a la empleada domestica evitando
cualquier roce fatal para la estabilidad casera. De disponer de la comida y
pensar en todos los menú diarios para no tener que comer siempre lo mismo. De
pelear sola con el armario del hijo que insiste en vestirse como si toda la
ropa COOL fuera rota y andrajosa. De hacer el desayuno el día de la madre y regalarse
sus propios regalos.
Asumo el dolor hoy con dignidad,
con la esperanza de que se me quite el día que mi esposo vuelva de viaje. Sobre
todo, lo asumo hoy con enorme alegría, lo asumo orgullosa de mis valientes
amigas madres que crían solas a sus hijos, y que son Malabaristas de la Vida:
Tienen entre manos tantas cosas importantes, ninguna se les cae, y
siempre están con la sonrisa a flor de piel. A Todas ellas mis respetos, y a todas ellas UN FELIZ, FELIZ DIA DE LA
MADRE.!!!!
Soy Pamela Cruz y escribo hoy Día
de la Madre. Disfrutando en cama de un delicioso desayuno de crispis con leche
con mi adorado hijo. 10-05 2009
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