Hoy me levantaron con una noticia tristísima. Desde el momento en
que escuché la palabra muerte, mi cabeza no funcionó. Desde el momento en que
me dijeron que tenían noticias malas para darme, no se coordinó lo que pensaba
mi cabeza con lo que decía quien al otro lado del teléfono me hablaba.
Es mentira! Me quedé en la cama, diciendo no lo creo. Es mentira.
Hable con una amiga y ella y yo decíamos, es mentira. No lo creo. Y luego llamé
a un amigo. De esos que están lejos, pero que solo conversan contigo para cosas
importantes, y esta vez la conversación fue a punta de llanto. Entonces, supe que no era mentira.
Se comenzaron a aparecen atropelladamente todas las fotos cerebrales
almacenadas en mi cabeza. El ultimo cumpleaños al que fuimos, el asado, su
forma particular de hablar, de expresarse, sus piernas de futbolista, sus ojos
achinados, su cara roja como el tomate, el cabello perfectamente peinado, sus
impecables palabras, cuidadosamente buscadas para no ofender a nadie, las
conversaciones sobre casi cualquier cosa, el positivismo con el que hablaba de
cada uno de sus proyectos, la enorme capacidad para ver negocios donde el resto
no veía nada, opacada solo con la valentía de llevarlos a cabo todos. Todo comenzó
a aparecer como flashback en mi cabeza. Todo, incluida su esposa, aquella
persona que desde la universidad fue su compañera y copiloto en cada uno de los
grandes proyectos que siempre emprendió. Y entonces lloré. Lloré amargamente.
Alguien me escribió hoy que lo recuerda como una persona
“caballerosa y elegante en su discurso”. Es la frase más acertada que encontré
para describirlo. Nino fue un hombre elegante y caballeroso. No solo en su discurso sino también en su
vida. Hablar con él era un acontecimiento, un asado con él era glamour, hacer
negocios con el también lo fue. De finas formas, hablar pausado, y siempre, siempre
sonriente, poseía la cualidad de una brillante sonrisa que transmitía,
sinceridad, positivismo. Su sonrisa fue su sello personal.
Nino era un hombre feliz. Un hombre de muchos amigos, un hombre
apreciado, un buen hijo, un buen padre, un buen esposo, un buen estudiante. Un
hombre inquieto, un andariego, un eterno viajero. Por eso nos duele tanto su
partida, temprana para nosotros, dolorosa, intensa. A tiempo según los
designios de Quien nos creo.
Blanca Cotta dijo "Nadie desaparece del todo de la vida de uno,
si ha sabido imprimir buenas huellas en el recuerdo." La muerte es un acto
solitario, la vida es, en cambio, el más solidario de los actos. Nino fue un
hombre solidario y supo imprimir buenas huellas en el recuerdo de los que
tuvimos el honor de conocerlo. Ese será su mayor legado, ese, será el toque por
el que no será olvidado.
Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy, 28 de marzo 2013, para mitigar un
poco el dolor por la partida sin retorno hacia el reino de Oro de un compañero,
un amigo, un hermoso ser humano que hoy descansa donde siempre habrá luz, donde
no habrá dolor y donde su sonrisa y buen humor serán eternos.
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