Tengo muchos amigos
Americanistas. No todos son de mi promoción. A decir verdad ser del Americano
nos inviste de un manto de amistad en el cual podemos conocer a alguien y con
solo saber que estudió en alguna de sus 120 promociones se convierte en alguien
cercano. Son muchas las razones: Porque en algún momento nos sentamos en la
misma silla, fuimos al mismo baño, recibimos clases de los mismos profesores,
soportamos las mismas torturas, nos reímos de las mismas cosas en otras
personas.
Me gusta creer que los
Americanistas tenemos un halo de misterio, de fraternidad y de encanto. Cada promoción tiene lo suyo. La del 84, la
de mi hermana, estaba plagada de mis muchos amores platónicos. Yo la
seguía donde fuera solo por estar cerca
de sus amigos grandes y galanes.
La de mi hermana menor fue la que
llamó a todos la atención. La
célebre Promoción Centenario, llena de expectativas, de celebraciones, de
compañerismo, de cosas raras. Fueron los niños innovadores, los que hicieron
actos superiores, tenían porristas, actos de teatro, a los que hicieron Copa
Centenario, me llenaba de envidia de la buena. Se les ocurría de todo para ser diferentes
y lo lograron.
Reunir a la gente no es tarea
fácil. Es un casi imposible. Me consta. Todos con la vida hecha. Algunos con
traumas de la vida, algunos con cinturones más apretados que otros. Algunos más
grandes o más anchos. Todos con los mismos temores o ansiedades. Será que vale
la pena vernos? ¿Será que vale la pena gastarse un billete solo por una noche?
¿Será que vale la pena reunirnos para hablar del pasado?
Tengo un amigo que un año antes
de su fiesta ya tiene la película en su cabeza. Tengo un amigo que desde hace 6
meses ya esta pensando en lo que será la noche del 2010 cuando celebre los 25
años de su promoción. Solo escucharlo me entusiasma. Me recuerda lo que
nosotros hicimos para reunir a la fuerza o con encantos a 94 personas que les
daba miedo verse. Me revive todas las
sensaciones felices que dejo en mí haber logrado verme con mi pasado, haber
logrado conectarme nuevamente con mis amigos y establecer un hilo, invisible,
imperceptible pero que existe y que nos ha permitido nuevamente y, creemos que
para siempre, sentirnos parte de un grupo que no tiene otro interés que el mero
placer de recordar a sus amigos, su viejo periodo de infancia, estar allí para
ellos cuando lleguen esos momentos difíciles en los que queremos una mano amiga
una voz de aliento y sentir así sea por Facebook o por correo una conexión
permanente que nos de fuerzas para seguir por la vida, un poco acompañado.
¿Que si vale la pena el esfuerzo?
Si. Vale la pena el esfuerzo de atravesar el mundo si estas lejos, vale la pena
ahorrar con moneditas en Chonchito si el cinturón esta apretado, la de apoyar a
otros para lograr que vengan y se diviertan, vale la pena vencer temores si
algo te da miedo de esa noche, porque como alguna vez lo escribí en alguna
parte lo que se vive en esas escasas horas de pasado en el presente es
absolutamente mágico e indescriptible.
Soy Pamela Cruz y escribo a los
amigos de mi amigo Armando Rocha que desde ya prenden motores para hacer de su
noche, una noche Fantastica.
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