Estaba forrando los libros del colegio de mi hijo (muchos por cierto) y le toco el turno a la biblia. La Sagrada Biblia del Pueblo Católico. La hojeé. Definitivamente hay cosas que una vez aprendidas, jamás se olvidan. Abrí las páginas de los libros del Deuteronomio, los libros del antiguo testamento y del nuevo, casi ni recuerdo como me los aprendí y en orden de aparición. Aun conservo la biblia que nos dieron en 11 grado. Me la entrego Pompeyo en una ceremonia en la iglesia bautista que quedaba por Murillo. Recuerdan esa noche? Yo si. Fue una de las tantas ceremonias sencilla del colegio pero que quedan para siempre en la memoria y en las fotos que tenemos publicadas
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Cada semana teníamos una cita. Era los jueves. La hora podía variar según el año, pero la cita era la misma. Si señores: era la Asamblea Religiosa.
Cada semana teníamos una cita. Era los jueves. La hora podía variar según el año, pero la cita era la misma. Si señores: era la Asamblea Religiosa.
Estadísticamente hablando, durante mis 11 años de colegio asistí a, por lo menos, 40 asambleas religiosas por año, lo cual equivale a unas mal contadas 440 horas de actos religiosos en los que hablamos de Dios, la amistad, el perdón, el consuelo, la navidad, la conversión, La Semana Santa, las madres, el egoísmo, la vanidad, entre otros. A veces, cuando miro las fotos, me parece como si los actos religiosos hubieran sido los mismos. Eran los mismos temas pero mas complejos cuanto mas crecíamos.
En nuestra tierna infancia llegábamos en fila india. Las más bajitas (puesto que nos disputábamos Heidi, Mildred, Ana María Roca y yo) íbamos primero y los más grandotes de último. Por alguna razón que nunca supe, nos sentaban por sexo, hombres de un lado mujeres del otro.
Siempre había un gran personal de producción detrás de una asamblea religiosa.
1. El MAESTRO DE CEREMONIAS leía todo el programa y cada vez que terminaba una intervención nos recordaba lo que venia después. Palabras cortas, múltiples apariciones.
2. Asamblea que se respetara tenia por los menos 3 CORISTAS 3 estudiantes cantando a capella, o cuando teníamos suerte, con acompañamiento musical. Varios gallos quedaron regados por los escenarios de aquellos actos. A fuerza de repetir, me aprendí todos los coros que podríamos cantar en la vida. Aun ahora, recuerdo alabanzas que a veces me despejan la mente cuando estoy ofuscada. Algunas eran sencillas como
“En el hogar en el hogar en el hogar Tu necesitas a Jesús / En el hogar en el hogar en el hogar Tu necesitas a Jesús(bis) /Y veras que bien se vive y veras que bien se vive con Jesús/En el hogar / y veras que bien se vive y veras que bien se vive con Jesús en el hogar
O mas complejas como la alabanza “Cuán grande es El” que inevitablemente le canto a mi hijo cuando hay tempestad.
3. El responsable de la LECTURA BIBLICA, tenía un trabajo sencillo. Leía sin improvisación lecturas relacionadas con el tema del día. De su boca escuchamos innumerables veces el Salmo 90 o el 23.
4. Quien tenia una responsabilidad grandísima era el ENCARGADO DE LA ORACION, le tocaba la labor de pedirle a El por todos nosotros, por la paz del mundo, por el cambio de corazones, por nuestras familias, los pobres y desfavorecidos.
5. Los ACTORES DEL DRAMA sobre ellos pesaba la responsabilidad del éxito o del fracaso de una presentación. En los 11 años hubo muchas Marías, José, guardianes con o sin toalla en la cabeza, soldados romano, niños egoístas, pastores de Belén, ángeles de múltiples colores con alas de colores. Creo que éramos muy pocos los que salíamos con frecuencia. De pronto fuimos actores frustrados. Nos divertíamos bastante, la mayoría. Para otros salir en una representación fue un verdadero martirio. La que mas recuerdo fue la de una asamblea en decimo grado, en la que hicimos un drama ultrarrápido que nos valió un 10 en matemáticas con Rodadito. Era sobre la amistad y sobre aceptar los regalos de las amigas verdaderas. Tania, Paola, Heidi, Patricia Aguilar y María Teresa Tejera deben recordarlas.
Me siento favorecida porque estas citas cada jueves de alguna manera me hicieron tolerante con otras religiones, porque durante mi infancia no encontré las diferencias sutiles entre la religión del colegio y la de mi casa, porque los profesores nunca me impusieron su religión, me trataron con respeto y nunca me preguntaron que practicaba en mi familia. Las asambleas religiosas formaron parte de nuestra vida colegial. Y como todo lo que paso en el colegio, de alguna forma influyeron en nuestras vidas. Tal vez muy directamente como aquellos que se convirtieron en pastores de la iglesia, tal vez indirectamente como aquellos que, cuando menos lo esperan, echan mano de una oración oportuna para salir de un apuro, o tal vez como los que somos padres de familia e intentamos educar a nuestros hijos echando también mano de lo aprendido sobre la bondad, el amor y todo lo demás, o los que añoramos que nuestros hijos tuvieran en su colegio, un espacio como el que nosotros tuvimos el privilegio de disfrutar.
Pamela Cruz Herrán
Agosto 24-2008 (Feliz Cumpleaños a los amigos que cumplieron en estos días Erika Fernández, Miguel Dada
1 comentario:
Nestor Escorcia
26 de agosto a las 7:20
COMPLETAMENTE DE ACUERDO EN TODO LO QUE MENCIONASTE PÁMELA..... FUERON MUY CONSRUCTIVAS LAS ASAMBLEAS RELIGIOSAS, Y FUIMOS AFORTUNADOS.
Pamela Cruz Herran
26 de agosto a las 22:55
Te acuerdas de las competencias de citas biblicas eran mundiales hoy las recorde.
Nestor Escorcia
26 de agosto a las 23:17
si claro... daban un versículo y uno tenia que buscarlo... el que primero lo encontrara....
Lo que nunca me gustó fue el acto cívico, los lunes a primera hora de pie en el patio de banderas
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