11 A-E-I-O-U…. EL BURRO SABE MAS QUE TU Primera Parte

Esta semana estaba con mi hijo en el centro comercial cuando de pronto, salió corriendo como volador sin palo y yo angustiada lo seguía. De pronto, se abalanzo literalmente encima de una señora enorme que resulto ser su Miss del año pasado. La abrazo como si tuviera 10 años sin verla y la beso con mucho cariño, en un gesto que fue totalmente correspondido por la profesora. Ema tiene 9 años y ha pasado por 7 profesoras, por cuestiones de la educación moderna, y a todas las recuerda, a todas las besa y abraza cuando las ve y a todas les dice que la extraña. He tratado de recordar los cerca de 20 profesores que pasaron por mi vida de colegio. El asunto ha requerido un esfuerzo mental enorme:

Comienzo por el antes del colegio. Cuando el CA quedaba en la Esperancita, mi papa caminaba de nuestra casa cada mañana con mi hermana mayor al colegio. Yo lloraba porque quería quedarme con ella. Así que mi sabio padre me presento a una profesora muy linda que acababa de comenzar a trabajar y ella muy cariñosa conmigo me llenaba una libretita kaki de norma (recuerdan que eran como color madera HORRIBLES) y allí, yo emocionada hacia las populares PLANAS. Gracias a esa “seño” pude pasar con mis 4 añitos directo a kínder. Su nombre: Sarita Dagand, luego se convirtió en De Diaz. Si, a ella le debo las vocales, el abecedario, los números del 1 al 100, y la pasión por hacer tareas.

En Kinder llego a mi vida MARIA ORTIZ, a quien recuerdo con mucho cariño por sus pañoletas que hacían juego con su ropa. Era pequeña, morena y con una permanente sonrisa en sus labios. Le encantaban sus alumnos y nos hizo sentir realmente únicos.

Primero de primaria: ANGELINA DE MARTINEZ. Una señora de casi 50 años. No se cuantos la recuerdan pero llore profundamente y amargamente a mis 6 años cuando murió del corazón. Fue la primera vez que visite una funeraria. Tuve la fortuna de conocerla y la quise tanto que mis papas me acompañaban a visitarla mientras estuvo enferma en su casa que quedaba cerca de la Catedral. Recuerdo que me aprendi de memoria una canción y se la cante de regalo en su cumpleaños, en la puerta de la rectoría.

Segundo de primaria: El primer hombre que me dio clases: JESUS FERNANDEZ. Era alto, delgado y con un afro ENORMMMMMMME. Solo recuerdo de él algo que me marcó para toda la vida: Los famosos clubes de lectura. En su clase de castellano, nos organizaba dependiendo del nivel de lectura que teníamos. Los mejores iban en una fila y el resto solo nos esforzábamos en leer sin titubear, en respetar las comas, los puntos, las exclamaciones, las interrogaciones. Recuerdo con júbilo cuando pase a la tan ansiosa fila leyendo la historia de un niño quería ir a la luna y cuando por fin lo logra, en sueños claro, descubre que la luna es un enorme queso amarillo. Si leo perfectamente y me fastidia quien no lo hace, el tiene la culpa.

En Tercero de primaria, Quien no recuerda a la “SEÑO BLANCA”? Arriba, abajo, a los lados. Era totalmente blanca su cabellera. Admiraba su capacidad de dar clases con tan elevada edad. Casi que no corríamos porque solo movíamos los brazos con ella. Además gracias a ella, nuestras manualidades eran hojas con escarcha y bolitas de navidad metidas en barro. No puede quedar por fuera la profesora de Música LUCILA DE RAMOS, era tan estricta en la escogencia de los integrantes, que todas las que estábamos en el famoso coro, sentíamos una tremenda responsabilidad de no tener un gallo fuera en el momento menos apropiado. Aun me pregunto, cómo, con mi voz de tarro, pude salir en casi todos los coros de las madres y del aniversario.

En cuarto año tuvimos a LA SEÑO NELVIS. No recuerdo su apellido. Hay una foto muy bonita de grupo solo con las niñas que esta en el perfil de Ingrid Amaya. Era tan dulce y creo que nos daba matemáticas o ciencias. Que alguien me confirme.

En quinto grado tuvimos la mitad del año en la esperancita y el resto en las nuevas instalaciones de la 38. El profesor LUIS RIBON era mi héroe. Gracias a él tuve mi único papel estelar en una obra de teatro que creo no se volvió a repetir sino con “La Pobre Viejecita” que hizo Tomas Urueta con la promoción centenario. El profesor Ribon tenía una fe enorme en todos sus estudiantes. Siempre tenia una sonrisa, y aun la tiene en sus labios. Nunca lo vi de mal humor.

TO BE CONTINUED….